María, “llena de gracia y bendita entre las mujeres”, extiende, te lo suplicamos, la mano de tu maternal protección sobre nosotras, tus hijas, que estamos en torno a tu trono de Reina, como falanges dóciles a tus indicaciones y resueltas a realizar con tu ayuda, en nosotros mismos y en nuestras hermanas, el ideal de la verdad y de la perfección cristiana.
Nuestra mirada se fija con admiración en ti, Hija Inmaculada y predilecta del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre delicadísima de Jesús. Obtennos de tu Hijo el poder reflejar en nosotras tus sublimes virtudes en cualquier edad y cualquier condición.
Haz que seamos puras y sin mancha en nuestros sentimientos y en nuestras costumbres; compañeras dulces, afectuosas, comprensivas para con nuestros esposos; administradoras prudentes de nuestros hogares domésticos; ciudadanas ejemplares en nuestra querida nación; hijas fieles de la Iglesia, dispuestas a dejarnos guiar por ella en el pensar y en el obrar.
Ayúdanos, María amantísima, a observar plenamente los deberes de nuestro estado y a hacer de nuestras moradas centros de vida espiritual y de caridad activa, escuelas de formación de las conciencias y jardines de todas las virtudes; asístenos a fin de que, incluso en la vida social y pública, sepamos ser un ejemplo de fe profunda, de práctica cristiana constante, de integridad incorruptible y de justo equilibrio, fundado sobre los más sólidos principios religiosos.
Bendice las intenciones que nos inspiras y las fatigas que nos ayudas a soportar, y que nos sea dado el poder ver, con tu auxilio, sus frutos abundantes en el tiempo y en la eternidad. Amén.
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