Reflexión sobre el cuadro
Mateo 9:18-26
Tuve el placer de ver este cuadro en Magdala (ciudad natal de María Magdalena) en una reciente peregrinación a Tierra Santa. Había visto imágenes de él antes, pero nunca había visto el lienzo en la realidad. El cuadro del artista chileno Daniel Cariola cuelga detrás del altar de la Capilla del Encuentro. El suelo de esta capilla es un lugar histórico, el mercado original del siglo I del puerto de Magdala. Los pescadores del Mar de Galilea venían aquí a vender su pescado. Habría sido un lugar muy familiar para los discípulos pescadores de Jesús. El cuadro representa de cerca a la mujer con hemorragia tocando el manto de Jesús. En el punto de contacto, se ve una pequeña luz chispeante que se sitúa en el centro del cuadro y del altar. La mujer cuya mano vemos buscaba la curación, y la encontró al tocar el borde del manto de Jesús.
La capilla y el cuadro celebran el encuentro de Jesús con todos nosotros. Si le tendemos la mano, Él estará a nuestro lado en todo momento. Jesús curó a la mujer porque su iniciativa de tender la mano y tocar el borde de su manto fue un acto supremo de fe a sus ojos. Precisamente por eso este cuadro funciona tan bien: todo lo que vemos es el detalle de ella tocando los flecos de su manto... sin rostros, sin entorno arquitectónico, sin nada que nos distraiga de este acto supremo de fe que estamos presenciando de cerca.
Como mujer con hemorragia, habría sido apartada de la sociedad, probablemente una paria en aquella época. Cualquier persona o cosa que hubiera tocado se habría considerado impura. Sin embargo, Jesús no la consideró impura. Al contrario, su corazón revelaba las intenciones más puras.
by Padre Patrick van der Vorst
Pintado por Daniel Cariola,
Óleo sobre lienzo,
Ejecutado en 1998
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