«Jesús le dijo: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre». Estas palabras contienen una verdad que debemos examinar atentamente. Jesús enseña a esta mujer que le había reconocido como Señor y le había dado ese título, qué es la fe. El divino jardinero sembró un grano de mostaza negra en el corazón de María Magdalena, como lo habría hecho en un huerto... ¿Qué significa, pues: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre»?
Con estas palabras Jesús quiso que la fe que se tiene en él, a través de la cual se le toca espiritualmente, llegue hasta creer que él y el Padre son uno (Jn 10,30). Porque el que en él sigue progresando hasta reconocer que Jesús es igual al Padre, en cierta manera sube hasta el Padre en lo más secreto de su alma. De no ser así, no se toca a Cristo como él quiere, es decir, que no se tiene la fe que Jesús pide.
María podía creer en él y seguir pensando que no era igual al Padre, por eso las palabras: «Suéltame» le dan a conocer su error. Es lo mismo que decir: «No creas en mí según el espíritu en el que todavía estás: No te quedes pensando en que lo que he hecho por ti sin llegar a pensar en aquél por quien tú has sido hecha». ¿Cómo podía ella no seguir creyendo de manera puramente humana en aquel que lloraba como hombre? «Todavía no he subido al Padre». «Me tocarás cuando creas que soy Dios, y que soy perfectamente igual al Padre».
San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Comentario sobre San Juan, tratado 121,3; PL 35, 1955-1959.evangelizo.org
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