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martes, 25 de julio de 2023

Santiago, « hijo del trueno »



El Evangelio resume así el llamado de Cristo a Santiago y Juan y la respuesta de los dos hermanos: “Vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca de Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron” (Mt4,21-22). Aparentemente es poco, pero es mucho en realidad. Santiago, como su hermano, dejando a su padre Zebedeo en la barca que flotaba cerca de la costa (…) sumergía para siempre en las aguas sus afectos, y sin reserva remitía su avenir entre las manos del divino Maestro. (…)
 
Con su impetuosidad generosa, Santiago había comenzado bien, ¿pero cómo continuó? El Evangelio lo enseña en pocos trazos. De parte de Jesús, en el que el amor no cambia, él fue objeto de una especial predilección. Su hermano Juan y Pedro, su vecino y compañero de pesca, formaban una triada para la que Jesús reserva favores singulares. Fueron los únicos testigos (…) de su gloria en su Transfiguración (cf. Mt 17,1-8), de su tristeza y sumisión en la agonía de Getsemaní (cf. Mc 14,33). Pero es precisamente ahí que Santiago faltó en fidelidad a su divino Maestro. Sin embargo, lo había amado con sinceridad, seguido con ardor. Con razón Jesús había dado a los dos hermanos el sobrenombre de “hijos del trueno” (Mc 3,17). Su madre, ambiciosa, (…) se había animado a pedir a Jesús los primeros puestos del Reino para sus hijos. A la pregunta del Salvador “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?” Respondieron los dos interesados, de buena fe: “Podemos” (Mt 20,22).
 
Oh Santiago, cuando el apóstol del amor estará presente en el Calvario, ¿dónde estarás tú? La defección empieza en Getsemaní, cuando los tres apóstoles preferidos provocan esta dolorosa queja del Salvador: “¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora?” (Mt 26,40). (…) Santiago bebió el cáliz que Jesús le había predicho (…): murió mártir. La debilidad del abandono en las horas tristes de la pasión fue perdonada y olvidada por el Redentor.
 
 
Venerable Pio XII (1876-1958)
papa 1939-1958
Audiencia del 24 julio 1940 (Allocutions aux nouveaux époux I, Enseignements tirés des fêtes chrétiennes, A. Caffarel, Lethielleux, 1947), trad. sc©evangelizo.org

 

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