¡ Oh queridísimos hijos, de perfume más suave que todos los aromas, escuchen mi advertencia durante el tiempo que ustedes tienen para elegir entre el bien y el mal y adoren su Dios con una sincera devoción! Les repito hijos queridos elevados como la aurora, en los que la caridad debe ser ardiente como rayos de sol, corran y apresúrense, queridísimos, en el camino de la Verdad, luz del mundo, Jesucristo, Hijo de Dios…
Todas las virtudes obran con perfección en el Hijo de Dios encarnado, que nos dejó las huellas en el camino de la salvación. El hombre, pequeño o grande entre los fieles, podrá encontrar en él el escalón preciso para apoyar su pie y ascender en virtudes. Llegará a los mejores lugares, en los que sólo obramos gracias a las virtudes.
Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179)
abadesa benedictina y doctora de la Iglesia
Los
Scivias, conoce los caminos, 4 (Le Scivias, in “Hildegarde de Bingen,
Prophète et docteur pour le troisième millénaire”, Béatitudes, 2012),
trad. sc©evangelizo.org
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