Buscando comprender el designio en el que algunas personas reciben en el Oficio litúrgico un abundante alimento espiritual y otras permanecen en la aridez, Gertrudis recibió esta luz: “El corazón fue creado por Dios para contener la alegría espiritual como un recipiente contiene el agua. Pero si en ese recipiente agujeros imperceptibles dejan escapar el agua, al final, puede perderse y estar completamente seco. Lo mismo ocurre con la alegría espiritual contenida en el corazón humano. Si se deja perder al ser liberados los sentidos corporales - vista, olfato y los otros sentidos- para actuar a su propio gusto, ella termina por perderse y el corazón se queda vacío de la alegría en Dios.
Todos podemos hacer la experiencia. Si una mirada o una palabra inútil o de poco beneficio, le provocan envidia y cede a ella, la alegría espiritual se escurre como el agua. Al contrario, si por el amor de Dios uno se esfuerza por contenerse, la alegría crece en el corazón al punto que casi cuesta portar el exceso. Así, cuando en tales ocasiones un hombre aprende a dominarse, la alegría divina le deviene familiar. Cuanto más grande hubiere sido el esfuerzo de su disciplina, más sabrosas serán las delicias que descubrirá en Dios”.
Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
monja benedictina
El Heraldo, III (SC 143, Œuvres spirituelles, Le Héraut, Livre III, Cerf, 1968), trad. sc©evangelizo.org
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