Dulce María, Madre del verbo Divino, te acompañamos en este dolor, en este momento de silencio...
Oh, Virgen Santísima y afligida, Madre de dolores, Reina de los Mártires, que estuviste bajo la cruz, presenciando la agonía de tu Hijo moribundo, mira hacia abajo con la ternura y la piedad de una madre mientras nos arrodillamos ante ti para venerar tus 7 dolores, y colocamos nuestras peticiones, con confianza filial, en el santuario de tu corazón herido. Preséntalas en nuestro nombre a Jesús, por los méritos de su santísima Pasión y Muerte, junto con tus sufrimientos al pie de la cruz, y por la eficacia unida de ambos, consíguenos el favor que humildemente te pedimos. ¿A quién iremos en nuestras necesidades y miserias si no es a ti?
Oh Madre de Misericordia, que habiendo bebido tan profundamente del cáliz de tu Hijo, alivia con gracia los sufrimientos de los que aún suspiran en esta tierra de exilio.
Te rogamos, por los méritos de las lágrimas que derramaste en esos tiempos terribles y dolorosos, que me consigas a mí, y a todos los pecadores del mundo, la gracia de una completa sinceridad y arrepentimiento de los pecados.
Amén
Píldoras de Fe
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