El santo día de Ramos (…), Gertrudis dijo al Señor: (…) “Usted Señor Dios, mi bien-amado, por mi salvación camina hacia su pasión, ¿cómo podría ir yo a su encuentro de una manera digna de honorarlo?” El Señor respondió: “Dame una montura para sentarme, una multitud yendo alegre delante de mí, una multitud que me siga cantando alabanzas y una multitud para acompañarme y servirme.
“Dame una montura” se explica con la contrición de corazón, confesando que con frecuencia has descuidado seguir la razón y no prestaste más atención que un animal a las cosas que en mi bondad hice por ti sin cesar, en vista de tu salvación. (…) Segundo, dame “una multitud yendo alegre delante de mí”, cuando me recibirás con sentimiento de afecto por todo el universo, en unión al amor que me lleva hoy a Jerusalén por la salvación del mundo, a mí, el Creador y Salvador de todos. (…) Tercero, dame “una multitud que me siga cantando alabanzas”: confiesa que nunca has hecho un esfuerzo suficiente para imitar el ejemplo de mi vida perfecta. Ofréceme una voluntad tan amante, que si pudieras incitar los hombres a imitar perfectamente los ejemplos de mi vida y pasión, lo harías, usando todas tus fuerzas para mi gloria. Ardiendo de deseo, pide recibir la gracia de imitarme, tanto como es posible al hombre, particularmente por una auténtica humildad, paciencia y caridad, virtudes que practiqué aún más durante mi pasión. Cuarto, dame “una multitud para acompañarme y servirme”: confiesa que jamás estuviste junto a mí con la fidelidad requerida, cuando era necesario defender la verdad y la justicia.
Agregó el Señor: “Si alguien, en nombre del universo, se da a mí en esas cuatro formas, sin ninguna duda yo vendré a él con tanta condescendencia que recibirá el fruto de salvación eterna”.
Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
monja benedictina
El Heraldo, IV (SC 255, Œuvres spirituelles, Cerf, 1978), trad.sc©evangelizo.org
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