Miércoles de San José
"¡Ay, qué prodigio!
¡Ay, qué portento!
¡Vengan a verlo todos,
vengan a verlo!
Que si, a todos, los celos
quitan el sueño,
a mi José el sueño
quita los celos.
Celos con sueño,
sueño con celos,
en José solamente
no son opuestos
¡Vengan a verlo!
¡Cuán contrario que anda Dios
del orden natural nuestro,
pues hace incierta la vista
haciendo verdad el sueño!
Despierto, José ignora
y dormido, sabe: luego
duerme cuando esta velando,
vela cuando está durmiendo.
Si considera, dormido,
y alcanza tales misterios,
si a esto le llaman dormir,
¿a cuál llaman desvelo?
Más ¡ay!, que duerme celoso,
y el cuidado de los celos
solo admite de dormido
la semejanza de muerto.
Si Dios le ha de asegurar
de la encarnación del Verbo
¿por qué no llega el aviso
antes de temer el riesgo?
¿Es, acaso, por probarlo
con el dolor más acerbo,
porque más tormentos pase
quien ha de gozar más premio?
No es sino quererle hacer
su dechado verdadero,
participándole Dios
de sus mismos sentimientos.
El sentimiento de Dios
eran celos de su pueblo;
y cuando los tiene Dios,
no está José bien sin ellos.
Pues sienta él entre los santos
solamente este momento;
que es padre de Cristo
y debe parecerse al Padre Eterno."
Poema de la mexicana sor Juana Inés de la Cruz (1648 - 1695).
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