En el designio salvífico, el misterio de la Encarnación para el que nos preparamos en Adviento constituye el cumplimiento sobreabundante de la promesa hecha por Dios a los hombres después del pecado original.
Viene al mundo el Hijo, el “linaje de la mujer” que derrotará el mal del pecado desde su misma raíz. La victoria del Hijo de la mujer no sucederá sin una dura lucha, que penetrará toda la historia humana.
“La enemistad” anunciada en el comienzo es confirmada en el Apocalipsis, libro de las realidades últimas de la Iglesia y del mundo. María, está situada en el centro mismo de aquella “enemistad” de aquella lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y la historia misma de la salvación... En esta historia María, sigue siendo una señal de esperanza futura" (S.S Juan Pablo i.e., a.m. 11) .
La Virgen Santísima es la respuesta de Dios a Lucifer. Ella es la nueva estrella de la mañana que nos trae la luz verdadera, la portadora de la salvación, de la Palabra encarnada, el Arca de la Alianza.
La gran señal que apareció en el cielo vestida del sol: revestida de la luz de Cristo. Con la luna bajo sus pies (luna que simboliza el tiempo, bajo sus pies).
La respuesta de María: "he aquí la esclava del Señor"(Fiat), respuesta perfecta al grito de Lucifer: "no serviré" (non serviam).
El Inmaculado Corazón de María triunfará.
Fuente: corazones.org
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