Myriam, tierra fértil de Dios que dará a luz a nuestro Salvador, quien sanará nuestras heridas.
En Adviento, María adelanta el trabajo a su Hijo: coser nuestros desgarros y tapar con cariño y humildad las grietas por las que se nos escapa a veces la esperanza, reparando un mundo en ruina moral.
Él vendrá y nos salvará.
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