¿Cuántas veces jugaría José con su hijo, ante la divertida mirada de María?
Me atrevo a imaginar que muchas, del mismo modo que Jesús posiblemente heredaría de su padre terrenal la predilección por los más pequeños.
¡Danos, José, la fuerza y estabilidad necesarias para mantener el equilibrio de la familia sin perder la compostura, soportando los vaivenes y temblores de la vida!
La confianza se reafirma cuando sabes que tienes el respaldo de alguien que vigila tus pasos y está ahí a ras del suelo, para amortiguar tus caídas y ayudar a levantarte hasta lo más alto, manteniendo la sonrisa a pesar del esfuerzo.
¡Arriba los corazones!
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