Se trata de reescribir la historia, porque verdaderamente Él hace nuevas todas las cosas, con gestos concretos.
No es sólo cambiar las palabras, sino convertir nuestros sentimientos al corazón de Jesús, que ya late en el vientre bendito de María, vaso espiritual digno de devoción, arca de la nueva alianza entre Dios y la humanidad.
Es también entregarse a los demás, olvidándose de uno mismo. La Revolución de la Ternura está ya en camino.
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