Cuando María ve a sus pies a un pecador que viene a pedirle
misericordia, no mira los pecados que tiene, sino la intención con que viene.
Si viene con buena intención, aunque haya cometido todos los pecados del mundo,
lo abraza y le cura todas las llagas de su alma.
Todo esto le expresó la Virgen a santa Brígida, diciendo:
“Por muy grande que sea un pecador, estoy preparada para recibirlo al punto si a mí viene; ni me fijo en cuánto ha pecado, sino en la intención con que viene; y no me desdeño en ungir sus llagas y curárselas, porque me llamo y soy de verdad la madre de la misericordia”.
(San Alfonso María de Ligorio, "Las Glorias de María")
Todo esto le expresó la Virgen a santa Brígida, diciendo:
“Por muy grande que sea un pecador, estoy preparada para recibirlo al punto si a mí viene; ni me fijo en cuánto ha pecado, sino en la intención con que viene; y no me desdeño en ungir sus llagas y curárselas, porque me llamo y soy de verdad la madre de la misericordia”.
(San Alfonso María de Ligorio, "Las Glorias de María")
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