Hacia el año 450, San Severo, originario de Siria y sus compañeros vivían retirados en una ermita, no lejos de Agde en el Hérault (costa sur de Francia). Un día una tormenta de una gran fuerza golpeó las costas, y mientras los monjes se pusieron en oración, uno de ellos vio a la Virgen María aparecerse, de rodillas sobre una roca. En ése momento la tormenta se calmó.
Una capilla se construyó en el lugar mismo donde la Santa Virgen se había arrodillado, ahí donde las huellas de sus rodillas se imprimieron en la roca. Desde entonces, Nuestra Señora de la Arrodillada en Grau o Nuestra Señora de Grau se convirtió en un lugar de peregrinaje importante y más porque se encontraba en uno de los caminos de Santiago de Compostela. La marca de la rodilla de La Virgen todavía es visible en la capilla de la Arrodillada, en medio de la nave.
Luego, los padres capuchinos construyeron quince capillas en el camino de Agde a Nuestra Señora de Grau, cada una de ellas representa un Misterio de la Pasión de Cristo. El éxito de las peregrinaciones fue inmenso.
La Revolución francesa destruyó todas las capillas y las peregrinaciones a Nuestra Señora de la Arrodillada se interrumpieron, fue hasta el Siglo XIX, bajo el impulso de los Penitentes blancos que se reiniciaron.
Nuestra Señora de la Arrodillada se celebra el 2 de agosto.
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