Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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jueves, 15 de marzo de 2018

Tiempo de conversión.

Mensaje espiritual
Cuándo moriremos? ¿Dentro de diez años? ¿Dentro de unos pocos meses? ¿Mañana? ¿Hoy mismo? No lo sabemos, y por eso debemos estar preparados y con las “valijas hechas”, es decir, estar preparados significa estar en gracia de Dios por medio de la confesión sacramental, con las cuentas arregladas con Dios.
No dejemos para más adelante la confesión, sino confesémonos con frecuencia, por lo menos una vez por mes. Y si estamos en pecado mortal, no dejemos la confesión para otro día sino que hoy mismo vayamos a confesarnos, porque no sabemos si el mañana nos será concedido por Dios, y si morimos en pecado mortal, nos condenamos para siempre en el Infierno.
La Virgen en todas sus apariciones nos viene pidiendo, cada vez con más urgencia, la conversión. No dejemos para mañana nuestra conversión, sino comencemos hoy mismo. Decidámonos a cambiar de vida hoy, a vivir como Dios quiere, cumpliendo los Diez Mandamientos. ¿Que podemos caer en pecado? Por supuesto que podemos caer, pero para eso está la confesión que nos levanta del lodo y nos vuelve a poner en el camino que lleva al Cielo.
En este mundo hay que luchar. ¡Ay del que no lucha!, muy pronto será devorado por el demonio y arrastrado a la perdición.
Jesús nos ha dado el ejemplo en todo, y solo debemos imitarlo en todo. Jesús oró mucho, muchísimo, ¡y era Dios! ¿Y nosotros, pobres hombres, queremos salvarnos sin orar? Si queremos ir al Cielo es necesario que recemos todos los días, perseverando hoy, mañana y pasado mañana, y siempre, hasta que culminemos la carrera con la corona de la victoria.
La conversión no se da una sola vez en la vida sino que cada día hay que convertirse más profundamente. Es un trabajo de toda la vida, hasta el último aliento. Ya lo dice Job, que es milicia la vida del hombre sobre la tierra. Y a Dios se lo llama el “Dios de los Ejércitos”. Si hay ejércitos es señal de que hay contienda, entre el Cielo y el Infierno, entre nosotros los cristianos y las fuerzas del mal.
¿Hay mayor aventura que ésta en la que estamos inmersos? A veces vamos a ver alguna película de aventuras y salimos encantados. ¿Pero hay una aventura mayor que esta que cada uno de nosotros está viviendo en su vida? Porque de cómo salga el resultado de esta peripecia, así será también la eternidad que merezcamos: Cielo o Infierno, y ambos eternos.
Tomemos conciencia de estas cosas y veamos la vida de otra manera a partir de hoy. Veámosla con aspecto marcial, porque tenemos que combatir contra los enemigos del alma: mundo, demonio y carne. Pongamos todo de nuestra parte y con la ayuda de Dios saldremos victoriosos.

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