El Evangelio de hoy
Mateo 13, 10-17
Mateo 13, 10-17
Al leer este pasaje, las palabras de Jesús nos podrían hacer
pensar: ¿Es que Dios hace diferencias? Es que, como decían algunas herejías,
¿Dios ha elegido a unos para el cielo y a otros para el infierno? La respuesta
definitivamente es no. No es que Dios haya cerrado los ojos y los oídos sino,
como el mismo Jesús lo dice: su corazón se ha hecho insensible, no tienen
deseos de convertirse.
La realidad que vivimos de comodidad y las exigencias que presenta el Evangelio pueden hacer que poco a poco nuestro corazón se vaya haciendo insensible a la palabra de Dios. Hoy en día vemos, como lo dice el Papa, que la realidad del pecado se ha diluido; el hombre se ha hecho insensible a la maldad. Ya no es extraño en nuestra vida oír sobre el divorcio, por lo que para muchos jóvenes, ya desde el inicio de su matrimonio, está en germen, al menos, la posibilidad de divorciarse y volver a comenzar.
Es tanto lo que el mundo nos ha mentalizado que el matrimonio cristiano no se diferencia mucho más que el matrimonio civil; no deja de ser un contrato más. El corazón se hace insensible y deja de escuchar la palabra de Dios: "Lo que Dios unió que no lo separe el hombre". Por ello bienaventurados los ojos que ven y los oídos que no se cierran a la Palabra de Dios, pues en ello está la verdadera felicidad.
La realidad que vivimos de comodidad y las exigencias que presenta el Evangelio pueden hacer que poco a poco nuestro corazón se vaya haciendo insensible a la palabra de Dios. Hoy en día vemos, como lo dice el Papa, que la realidad del pecado se ha diluido; el hombre se ha hecho insensible a la maldad. Ya no es extraño en nuestra vida oír sobre el divorcio, por lo que para muchos jóvenes, ya desde el inicio de su matrimonio, está en germen, al menos, la posibilidad de divorciarse y volver a comenzar.
Es tanto lo que el mundo nos ha mentalizado que el matrimonio cristiano no se diferencia mucho más que el matrimonio civil; no deja de ser un contrato más. El corazón se hace insensible y deja de escuchar la palabra de Dios: "Lo que Dios unió que no lo separe el hombre". Por ello bienaventurados los ojos que ven y los oídos que no se cierran a la Palabra de Dios, pues en ello está la verdadera felicidad.
Permite que el amor
de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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