Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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miércoles, 19 de julio de 2017

A los pequeños.




Evangelio del día.


Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Reflexión:

Por eso aunque no hayamos hecho cursos bíblicos ni estudios de teología, quizás por ser pequeños y sencillos podemos entender mejor el Santo Evangelio más que uno que está hinchado con su ciencia.

A Dios le agrada revelarse a los pequeños, y por eso elige a los sencillos y los que son niños de corazón o de edad.

Sobre todo hay que conservar la virtud de la pureza de mente, cuerpo y corazón, porque los niños son puros y si Dios se revela a ellos y a los que son como ellos, es porque son puros, porque como dice una de las Bienaventuranzas: Felices los puros de corazón porque verán a Dios.

Ya desde esta tierra verán a Dios y lo conocerán. Porque si bien a Dios Padre solo lo puede conocer perfectamente el Hijo, por ser Dios como el Padre; así también el Hijo puede revelar a los pequeños el conocimiento del Padre, y esto se logra solo si somos puros.

Por eso veremos que el demonio en estos tiempos inunda el mundo de lujuria e impureza, ya que él bien sabe que los pecados de la carne nublan la inteligencia, tuerce la voluntad y no deja que la Sabiduría se apodere de los corazones.

Ya lo ha dicho la Virgen en Fátima: Los pecados que más almas llevan al Infierno son los pecados de la carne. Así que tenemos que luchar contra estos pecados porque no solo no nos dejan comprender a Dios y las cosas de Dios, sino que hasta nos dañan en la vida corporal y material.

Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de ser lo más puros que podamos, en medio de este ambiente corrompido, y para lograr este objetivo tratemos de mirar televisión lo menos posible, porque a través de ella entra el mal por los ojos y corrompe el corazón.

Jesús, María, os amo, salvad las almas

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