Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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miércoles, 2 de julio de 2014

Cuántas veces Señor

Cuántas veces, Señor, me prometí ser fiel a mi proyecto;cuántas veces dejé las cosas solamente en palabras vanas. Hoy llego ante Ti, y quiero ir más lejos en mi camino:quiero, Señor, dejar de hablar tanto y "callar y obrar".

Con frecuencia, Señor, mi corazón se acalora y desenfrena; y me dejo llevar por el fuego. A veces Señor, me arrimo tanto al árbol que pierdo el bosque, y el camino de mi vida se queda enredado en una encrucijada.

Señor, hazme saber cuál es el final de mi camino.Descubre en mi corazón cuál es la medida de mis días. Deja caer en mis manos de mendigo, la fragilidad del hoy que vivo, y que busque en la luz de tu mirada seguridad y salvación.

Yo sé, Señor, que mi vida está tocada por lo frágil;
yo sé, Señor, que ante Ti soy como el polvo que lleva el viento;
yo sé, Señor, que soy como una sombra que rasga y deshace la luz;
yo sé, Señor, que mi vida sin Ti, es como árbol sin raíces,
es como río, cuando se ha secado el manantial que le alimentaba.

Señor, ¿qué puedo yo esperar de mi vida si Tú no eres mi Vida? En Ti está mi esperanza; de tus manos aguardo respuesta cada día. No me hagas caso cuando soy loco o insensato, Señor; ten paciencia con mis locuras; soporta mis rebeldías: libérame.
No sé que hacer con mi vida, ni cómo orientarla hacia el futuro; realiza en mí el plan que tu Padre Dios tiene conmigo. Sé Tú, Señor Jesús, camino del hombre hoy y siempre, el proyecto seguro y cierto por el que yo camine.

Señor, sopórtame, se flexible conmigo, ten tolerancia a mis obras; soy como flor frágil y amenazada, y apenas puedo hablarte de promesas inciertas: ¡ayúdame!
Hazme entender el dolor, la tentación y la prueba, como el camino de la cruz, que Tú llevaste hasta terminar en vida. Soy pequeño, como un niño desprotegido sin la madre al lado:
Sé Tú, Señor, lo fuerte de mi vida, cuando me manifieste débil.

Así, como la arcilla en tus manos de alfarero; así, como un pajarito que ha hecho su nido a tu lado, quiero poner mi vida, pequeña y prometedora, como una semilla en la tierra de tu corazón para que la hagas crecer palmo a palmo.
 

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