Abre de par en par, las puertas de tu
corazón al Señor, y entre en ti la frescura de su evangelio. Que haga nueva,
feliz y grande tu vida, y transforme en
fecunda, la tierra de tus manos. Y, desde nuestros labios, como nuestros
mayores hicieron, salga el mejor pregón del amor de Dios; sea nuestra voz
torre, testigo de nuestra fe Llamada a vivir la alegría del presente y la confianza en el futuro.
¡Abrid las puertas de vuestras almas!
Y Dios volverá a nacer de nuevo, con
la misma fuerza y el mismo encanto,
en una noche santa que haga posible la paz en el mundo entero.
Que sea, la silueta de nuestras
personas, templos iluminados por
la luz del Espíritu, la que nos recuerde
que, aún viviendo en la tierra, de vez en cuando hemos de aprender a mirar hacia
el cielo.
¡Abrid las puertas de vuestras almas!
Y sean, nuestras palabras, siempre
inquietas y mensajeras, una llamada a ser cristianos comprometidos, hombres de
trabajo y de estudio, personas de deporte para el cuerpo y, con deporte también, para el alma.
Que, ante Jesús, amado y querido por
todos nosotros, reavivemos la llama de
nuestra fe
¡Abrid las puertas de vuestras almas!
Que sea grande nuestro amor a Dios. Que
caminemos, mano con mano, por las sendas de Jesús, y que la presencia del
Espíritu, haga fructífero, santo y siempre bueno, lo que hagamos, pensemos y
seamos en nuestro ser y vivir.
Amén.
P. Javier Leoz
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