"Eva, por su desobediencia, ató el nudo de la desgracia para el género humano; en cambio, María, por su obediencia, lo desató"
(San Irineo de Lyon)
Antigua y respetable devoción
Aunque
poco difundida en la Iglesia universal, la devoción a Nuestra Señora la
que Desata los Nudos es practicada desde hace mucho tiempo en la ciudad
alemana de Augsburg.
A
principios del siglo XVIII, el sacerdote responsable de la iglesia St.
Peter am Perlach, situada en el centro de aquella ciudad, resolvió
encomendar al pintor Johann Schmittdner un cuadro de la Santísima
Virgen, de 1,10 m de ancho por 1,82 m de alto.
Se
trata de un cuadro al óleo, en estilo barroco alemán, muy piadoso y de
notable valor artístico. María Santísima está representada de pie,
cercada de luz, con la luna bajo sus pies y con éstos aplastando la
serpiente. Sobre su cabeza se ve, envuelto por una luz aún más intensa,
el Divino Espíritu Santo, representado por una paloma. Del lado
izquierdo de la Señora, un Ángel le presenta una cinta larga llena de
nudos que la Virgen, con la mirada compenetrada, pero muy dulce y suave,
va deshaciendo; del otro lado pende la cinta, ya desenvuelta, recogida
por otro Ángel cuya faz está vuelta hacia los fieles, como diciendo: "Ved cómo Ella resuelve todos los problemas".
En la base del cuadro, en tamaño mucho menor, se ve otro Ángel que
lleva de la mano a un hombre; según algunos, sería el Arcángel San
Rafael conduciendo a Tobías, conforme lo narrado en el Libro de Tobías;
según otros, el hombre no es Tobías sino que representa un fiel que es
conducido por su Ángel de la Guarda, bajo la mirada benigna de la Reina
de los Ángeles.
Como fondo del cuadro aparecen vuelos de ángeles.
Siempre
se entendió que el pintor quiso, con ese conjunto de símbolos,
representar a la Santísima Virgen tal como Ella es vista por San Irineo
de Lyon (+202), o sea, como desatando el gran nudo de la Historia que es
el Pecado Original.
La
primera idea que nos sugiere el título de Nuestra Señora la que Desata
los Nudos es Ella desatando nuestros nudos, o sea, resolviendo las
incontables dificultades y problemas que incomodan y perjudican nuestra
vida. En este caso, el sustantivo nudos, está tomado en sentido
metafórico, para significar todo cuanto nos enreda y crea dificultades.
Es
correcto pensar de ese modo, porque María Santísima, nuestra Madre,
efectivamente procede con nosotros como las buenas madres habitualmente
proceden con sus hijos y así, nos libra de innumerables lazos y
problemas.
No es ese, sin embargo, el único ni el más alto significado del título de la que Desata los Nudos.
Por
más que nuestros nudos individuales, subjetivamente hablando, puedan
ser importantes para nosotros, mucho más lo es el gran nudo de la
Historia. Ahora bien, Nuestra Señora efectivamente desató ese gran nudo.
Devoción muy indicada para nuestros días
En
esta época de crisis y caos, el hombre vive siempre sobresaltado,
cercado de peligros y dificultades: en la vida personal, en la familiar,
en los ambientes de trabajo, en las luchas cotidianas.
Su
vida corre a velocidad rápida; más aún, vertiginosa. A todo momento
surgen nuevos desafíos, nuevos riesgos y peligros. Un sentimiento parece
dominar su existencia: la aflicción.
Cada
vez más los hombres se sienten enredados en innumerables dificultades
que lo atormentan; no consiguen "desatar los nudos" y librarse de los
mismos.
Ahora bien, la acción de Nuestra Señora sobre las almas puede ser comparada, metafóricamente, a la de quien deshace un nudo.
Nuestro Señor Jesucristo, en lo alto de la Cruz, se dirigió a su Madre y señalando al Apóstol San Juan, dijo: "Mujer, ahí tienes a tu hijo"
(Juan 19, 26). Unánimemente, los Santos, los Papas y los Padres de la
Iglesia comentan que Nuestro Señor, cuando designó a San Juan como hijo
de la Santísima Virgen, estaba confiriéndole la maternidad de todos los
fieles representados por San Juan. De hecho, Nuestra Señora es nuestra
Madre, Ella es Madre de todos y cada uno de nosotros individualmente
considerados.
En
todas nuestras dificultades y aflicciones, siempre sentimos su maternal
protección, ayudándonos y aliviándonos como sólo saben hacerlo las
madres. A veces Ella actúa de modo maravilloso y soberano, con una
rapidez y eficacia impresionantes; otras veces, actúa de modo discreto y
sereno, pero no con menos eficiencia.
Siempre
su acción -es interesante notarlo- produce en nuestras almas el alivio
que sentimos cuando conseguimos, después de un esfuerzo no pequeño,
"desatar un nudo".
En
todas las circunstancias de nuestra vida, siempre tendremos ocasión de
experimentar la bondad misericordiosa de Nuestra Señora la que Desata
los Nudos. En la alegría y en la tristeza, en la salud y en la
enfermedad, en la vida y en la muerte, en el tiempo y en la eternidad,
siempre nos será de valor esa Dama celestial que es Madre de Dios y que,
en su Misericordia, el Señor quiso también que fuese nuestra Madre.
Oración
Santa
María, llena de la Presencia de Dios, durante los días de tu vida
aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el Maligno nunca
fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu Hijo
intercediste por nuestras dificultades y, con toda sencillez y
paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras
vidas.
Y al quedarte para siempre como Madre nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor.
Santa
María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú que con corazón materno
desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que recibas en
tus manos
a........................................................................y
que lo libres de las ataduras y confusiones con que lo hostiga el que
es nuestro enemigo.
Por
tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, líbranos de todo mal,
Señora nuestra, y desata los nudos que impiden nos unamos a Dios, para
que, libres de toda confusión y error, Lo hallemos en todas las cosas,
tengamos en Él puestos nuestros corazones y podamos servirle siempre en
nuestros hermanos. Amén.
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