Admito que me ha venido un nudo a la garganta al escuchar
los últimos discursos de Benedicto XVI, especialmente el que dirigió esta
mañana en su última audiencia general.
No me refiero solo a la emotividad por el hecho de haber podido asistir
personalmente a una despedida única, sino al escucharle de nuevo dar las
gracias y afirmar que nunca se ha sentido solo.
Benedicto XVI se ha ganado el afecto de la gente, pero se lo
ha tenido que ganar a pulso. Ha superado muchos estereotipos; entre otros,
estos: que era un “profesor” al que nadie le entendería (véase el encuentro con
niños de primera comunión); que estaría encerrado en el Vaticano (24 viajes
internacionales); que carecía de carisma para la juventud (tres JMJ con record
de asistencias); que era poco dialogante con otras religiones (ha llevado a
nuevos niveles las relaciones con hebreos y musulmanes); y también poco abierto
intelectualmente (ningún Papa antes había merecido tanta atención por parte de
intelectuales no cristianos).
BXVI ha sido al final un Papa muy querido, pero también –no
lo podemos olvidar- muy insultado. Con la clase que le caracteriza, no tuvo ni
una palabra de reproche ni tan siquiera de suave recriminación, a pesar de que
motivos no le faltaban. También fue víctima de algunas meteduras de pata e
insuficiencias por parte de sus colaboradores, a las que tuvo que hacer frente
personalmente. No puede ser que se vaya sin que nadie le pida públicamente
perdón.
* P E R D Ò N *
ResponderEliminarPerdón Santo Padre, porque somos parte de un mundo irracional, que ha perdido valores, perdón porque no hemos sido capaces de amar al projimo como a nosotros mismos, perdón porque no vivimos nuestra fe como Dios nos indica, perdón porque no sabemos evangelizar a nuestro alrededor, perdón porque a usted le tocó lidiar con todo lo que por nuestra ignorancia en nuestra fe hemos provocado.
ResponderEliminar...perdona a tu pueblo SEÑOR, perdona a tu pueblo, perdonale SEÑOR...