Tus dificultades vienen de tu entorno, de tu empleo, de tus propias miserias físicas y morales; de las tres cosas a la vez, quizás. En cuanto a la actitud de tu alma respecto a ellas, trázate de una vez por todas una decidida línea de conducta ante Dios. Y en los momentos de encuentro con esas miserias, actúa en conformidad con la línea trazada. Los monólogos alarmistas no sirven para nada. Haz lo que puedas; abandona el resto a la misericordia de Dios. «Dios lo sabe todo. Lo puede todo, y me ama»: He aquí lo que justifica el abandono.
Vive al calor de la luz del Salmo XXII: «El Señor es mi pastor; nada me falta».Cada noche, te dormirás murmurando: «Ten confianza: ¡no te ocurrirá nada malo!».
Gentileza de DICHOSA VENTURA
Fuente: www.iglesia.org
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