Siempre con creciente anhelo
buscan mis manos sedientas,
en tu Rosario el consuelo
haz que me sirvan sus cuentas,
de escalones para el cielo.
Heme a tu Rosario asido
no me quiero desasir,
ni lo tendrás en el olvido;
con tu Rosario he vivido,
y con él quiero morir.
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