El manto de María es una entrañable imagen que tiene para nosotros un hondo significado: la protección de la Virgen, su auxilio y amparo, en nuestro caminar como discípulos de Jesucristo.
Nos cobijamos bajo el manto de María para ser protegidos y amparados en el combate contra las fuerzas del maligno, porque como dice el apóstol San Pablo nuestra lucha no es contra "la carne y la sangre", sino contra los espíritus que están en el aire, los dominadores del mundo de tinieblas (Ef. 6, 12).
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