Aunque fuéramos muy pobres, podemos siempre realizar un acto de caridad. Aunque nuestras ocupaciones fueran muy grandes, podemos rezar al Buen Dios sin perjuicio para nuestra labor, y rezar noche y día, mismo toda la jornada. (…) Es una forma de caridad que todo el mundo puede realizar.
Vean bien que la caridad no consiste sólo en alimentar a los que tienen hambre o dar vestimenta a los que no la poseen. Ella es cada servicio que rendimos al prójimo, sea para el cuerpo, sea para el alma, si lo hacemos con espíritu de caridad. Cuando tenemos poco,… demos poco. Cuando no tenemos, prestemos si podemos. El que no puede dar lo necesario para los enfermos…puede visitarlos, decirles palabras de consuelo, rezar por ellos, con el fin que lleven bien su enfermedad.
Sí, mis hermanos, todo es grande y precioso a los ojos del Buen Dios, si actuamos por un motivo de religión o caridad. Jesucristo nos ha dicho que “un vaso de agua fresca, no quedará sin recompensa” (Mt 10,42). Vean, mis hermanos, aunque seamos muy pobres, siempre podemos realizar un acto de caridad.
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón
para el 7º domingo después de Pentecostés (Sermons de Saint Jean
Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, II, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad.
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