Mi santísima Señora, Madre de Dios, llena de gracia,
tú eres la gloria de nuestra naturaleza,
el canal de todos los bienes,
la reina de todas las cosas después de la Trinidad...,
la mediadora del mundo después del Mediador;
tú eres el puente misterioso que
une la tierra con el cielo,
la llave que nos abre las puertas del paraíso,
nuestra abogada, nuestra mediadora.
Mira mi fe,
mira mis piadosos anhelos y
acuérdate de tu misericordia y de tu poder.
Madre de Aquel que es el único misericordioso
y bueno,
acoge mi alma en mi miseria y,
por tu mediación,
hazla digna de estar
un día a la diestra de tu único Hijo.
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