Mírame, Oh dulce Señor, mírame! Porque espero que en Tu bondad amorosa, Oh Tú lleno de misericordia, Tú me mirarás, sea como un médico para curarme, como un maestro para corregirme, o bien como un padre indulgente para perdonarme...
Confiando en Tu dulce y poderosa misericordia, y en tu poder misericordioso, Te pido en virtud de Tu dulce Nombre y del misterio de Tu sagrada humanidad que, recordándote de Tu bondad y olvidándote de mi ingratitud, Tú perdones mis pecados y cures las languideces de mi alma.
Amén.
San Elredo de Rieval. (1110-1167). O. Cist. Abad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma