30 de Junio
“Ven, Espíritu Santo, y ayúdame a reconocer a Jesús resucitado en medio de mis cansancios, de mis preocupaciones, en medio de las angustias de la gente. Porque él siempre está. Ayúdame a reconocerlo glorioso, lleno de vida, repleto de fuerza, revestido de luz celestial.
Con un toque de tu gracia despierta mi corazón para que lo alabe, para que me llene de admiración ante su rostro precioso. Derrama en mi interior deseos de buscar a Jesús, para que amándolo lo encuentre en cada cosa. Haz que me deslumbre con su luz espléndida, para que no me dominen las oscuridades del mundo.
Abre mi vida entera, Espíritu Santo, para que Jesús pueda tomarla con la potencia de su Resurrección.
Renueva mi existencia con un poco de esa vida plena de Jesús resucitado, para que yo también pueda vivir como un resucitado.
Amén”.
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