La fiesta del Inmaculado Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad. La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre.
El corazón de la Virgen expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón”.
La devoción al Corazón de María no es una devoción más. Nos lleva a aprender a tratar a nuestra Madre con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no sólo se dirigen a ellas cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que le salen al paso. Las madres les ayudan a resolver los problemas más insignificantes.
Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes. Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma