Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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viernes, 4 de diciembre de 2020

Y Jesús lloró


Se narra en el Santo Evangelio que en varias ocasiones Jesús llora. Ante la ruina espiritual de Jerusalén, ante la tumba del amigo Lázaro muerto, y seguramente Jesús habrá llorado muchas veces por la ruina de las almas, especialmente por la ruina espiritual de Judas, el apóstol traidor.

Y es tiempo de que nos preguntemos cada uno de nosotros: ¿Jesús llora por mí hoy? ¿Jesús ha llorado por mí alguna vez?

Porque el llanto de Jesús es para que tengamos compasión de Él, ya que si el Señor llora, lo hace por la ruina de nuestros corazones que, estando hechos para el Cielo, preferimos el pecado y la posibilidad de condenarnos para siempre en el Infierno.

Por eso si Jesús está llorando por nosotros actualmente, es tiempo de cambiar las lágrimas de Jesús en sonrisas, y salir del pecado en que estamos y volver a Dios. Porque no queremos que Jesús tenga que llorar lágrimas de sangre por nuestra alma perdida para siempre.

En estos tiempos Jesús llora por las almas de los niños abortados, por el atropello de la inocencia de los pequeños, por las situaciones de pecado en que el mundo empuja a los adolescentes y jóvenes, por el abandono en que se tiene a los ancianos, enfermos y desvalidos. ¡Por cuántas cosas llora hoy Jesús! No aumentemos nosotros Su llanto con nuestro mal obrar, con nuestra frialdad y falta de misericordia para con los hermanos.

Es tiempo de consolar el Corazón de Jesús tan lastimado por el desamor, porque Jesús ama infinitamente a los hombres, de los cuales muchas veces sólo recibe desprecio y rechazo. Al menos nosotros, que conocemos el Corazón de Jesús y sus delicadezas, démosle amor y consuelo. En primer lugar, dejando nosotros mismos el pecado para no ser la causa de Su llanto; y también predicando la conversión para que muchas almas se vuelvan al buen camino y así el Señor esté contento y sequemos las lágrimas del Divino Rostro.

Preguntémonos hoy, ahora mismo: ¿Jesús está llorando por mí? ¿Cómo está mi alma ante Dios? ¿Estoy en ruinas como lo estaba Jerusalén en tiempos de Jesús, o como lo estaba el alma de Judas, el apóstol traidor?

No hagamos llorar a Jesús, si no queremos llorar nosotros mismos por toda la eternidad en el infierno, pues como ha dicho el Señor en su Evangelio, el Infierno será morada de llanto.

Santísima Virgen.

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