Dios, que ha dado el ser a las criaturas, ha vinculado todo a su providencia.
El Señor que se hizo esclavo (cf. Flp 2,6), ha revelado a la creación la cumbre de su providencia.
Dios el Verbo, que sin cambiar se encarnó, se ha unido a toda la creación en la carne.
Un milagro extraño tiene lugar en el cielo y sobre la tierra: Dios está sobre la tierra y el hombre en el cielo.
Después de haber unido los ángeles a los hombres, concede la deificación a todo el mundo creado.
El conocimiento de la Trinidad santa y consustancial es la santificación y deificación de ángeles y hombres.
Cuando el Verbo se hace carne (cf. Jn 1,14) en su amor por el hombre, no cambia lo que era, ni modifica lo que ha devenido.
Igualmente que decimos que el único Cristo nació de la divinidad y de la humanidad y existe en su divinidad y su humanidad, igualmente decimos que nació de dos naturalezas y existe en dos naturalezas. (…)
Jesús es el Cristo, uno de la Trinidad. De él debes ser también el heredero (cf. Rom 8,17).
Talasio Líbico y Africano
higúmeno en Libia
Filocalia, Centurias I, 95-100; II, 94-95; IV,73 (Philocalie des Pères neptiques, Paris, DDB-Lattès, 1995), trad. sc©evangelizo.org