"Cuando José murió, estaba María sentada a la cabecera de la cama y le tenía en brazos, mientras Jesús estaba junto a su pecho. Vi el aposento lleno de resplandor y de ángeles. José, cruzadas las manos en el pecho, fue envuelto en lienzos blancos, colocado en un cajón estrecho y depositado en la hermosa caverna sepulcral que un buen hombre le había regalado. Fuera de Jesús y María, unas pocas personas acompañaron el ataúd, que vi, en cambio, entre resplandores y ángeles".
Visión de Sor Ana Catalina Emmerick.
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