Querido hijo, soy Vuestra Madre, la que os ama en el Amor de Dios. Quiero pedirte una gracia, quiero de parte de tu pequeño ser, un consuelo para Mí, Tu Madre; que en cada “Ave María” cuando se me invoca como “Madre de Dios”, añadas desde lo más profundo de tu ser “Madre de Dios y Madre Nuestra”. Esta oración contiene en su esencia la gracia y el tesoro de la Corredención. Con esta oración me invocan como la Corredentora de sus almas. Con esta “Ave María” dicha con devoción y amor, intervendré en la Iglesia de mi Hijo para que el Santísimo Padre declare el quinto dogma mariano; María Corredentora y Medianera de las almas y las gracias del Padre.
Yo soy Madre de Dios y Madre Vuestra, Socorro, Auxilio, Poderosa Omnipotencia Suplicante. Soy también la “Madre Nuestra”. Permanezco en tu corazón y en cada corazón de aquel hijo que desea consagrarse a Mí. Amén.
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