Señor, Tú eres la luz del mundo y a través de tu luz quiero vivir
mi vida en pro del amor y la verdad. Ayúdame a entender que no merece la pena
gastar mi vida en cosas pasajeras.
No quiero vivir haciendo las cosas dejándome llevar por lo que
siento, sino que debo hacerlas por el amor de tu Nombre, sabiendo que darán
frutas para Ti.
Mi tesoro, mi luz, mi salud es la fe que en Ti tengo depositada, y
para que esa luz nunca se apague, debo recurrir a la gracia de tus Sacramentos,
al encuentro diario contigo.
Regálame los dones y las gracias necesarias que me ayuden a cumplir
con la misión del amor y dar lo mejor de mí, entregándome desinteresadamente al
servicio de los demás.
No quiero sucumbir ante la indiferencia del mundo que ya ha
endurecido a tantos corazones, transformándolos en personas que se creen
autosuficientes, y que con el tiempo reniegan de tu amor y te desprecian.
Dios mío, Señor de mi vida, separado de Ti, nada puedo hacer, pero
Contigo hasta lo imposible puede hacerse realidad. Que mi mayor y único tesoro
seas Tú.
Dame tu fuerza para vencer esos deseos de alcanzar éxitos y
riquezas materiales y pasajeros que en nada fructifican mi amor; que sólo
busque tesoros espirituales de los que voy a rendirte cuentas en el atardecer
de mis días.
Confío en tu amor, confío en tu gracia para hacer de mi vida un
reflejo de tu misericordia y de tu pasión por que todos conozcamos tu inmenso
amor y lo pongamos en práctica.
Amén
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