Virgen de la Eucaristía , fue encontrada en Tucuman
No existe unión más perfecta que la del Señor con su Madre, porque no existe santidad mayor de una creatura humana que la de la Virgen Madre. La unión íntima en la carne, del Hijo de Dios hecho hombre en María, se prolonga en la Eucaristía.
Ella es la Madre del Verbo Divino encarnado en su seno. Ella es la primera
adoradora, Ella es el Modelo y la Madre de la Iglesia.
Ella es la Mujer de la Eucaristía.
La primer Misa y las primeras Misas en los Evangelios nada se dice sobre la presencia de la Madre del Señor en la Última Cena. Sin embargo, sabemos -porque está en las Escrituras- que María estaba presente en el Calvario y que después de la Ascención del Señor se reunía con los discípulos para orar en la misma sala alta de la Última Cena. A partir de entonces, ciertamente estaba Ella también presente en las celebraciones de la Eucaristía -llamada«fracción del pan" (Hch 2:42)-, como nos lo refiere san Lucas en los Hechos de los Apóstoles.
Nuestra imaginación no puede alcanzar ni remotamente Cómo habrá sido la participación de la Santísima Virgen en la celebración eucarística ni, con mayor razón, cómo vivía la sagrada comunión. Sí es posible, en cambio, recrear el gesto corporal de adoración cuando recibía el Cuerpo de su Hijo en la comunión sacramental. En ese sentido resulta inspirada la representación del místico momento que se puede admirar en el sagrario de la cripta de la Basílica del Santísimo Sacramento de Buenos Aires, donde se ve a Nuestra Señora, arrodillada,recibiendo en la boca la Sagrada Comunión de manos de san Juan Apóstol.
Cuando la Santísima Virgen escuchaba que los apóstoles pronunciaban las palabras de su Hijo de la Última Cena en la celebración de la “fracción del Pan”: "Esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros" (Lc 22,19), sabía Ella que ¡era el mismo cuerpo que había concebido en su seno! Para María, recibir la Eucaristía debía de significar acoger de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había experimentado a los pies de la cruz.
Del libro: “ Maria, la Eucaristía y el final de los tiempos”
Padre Justo Antonio Lofeudo MSE
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