El hombre es un compuesto de cuerpo y alma, y como tal tiene necesidades materiales y también espirituales. Pero el mundo de hoy pone el acento en lo material y seduce al hombre para que compre y posea cada vez más “cosas”, olvidando aquello que bien dijo Jesús al demonio en el desierto: “El hombre no vive solamente de pan”, es decir, que el hombre no solo debe satisfacer su parte material sino que, sobre todo, debe preocuparse por lo espiritual.
Con la publicidad a todas horas y por todos los medios, tratan de vendernos artículos y artefactos de todo tipo, que prometen la felicidad para todos, y crean la necesidad de tener esas cosas, y nos hacen creer que las necesitamos verdaderamente para ser felices.
Viene bien recordar aquí aquel principio de San Ignacio de Loyola, que dice que todas las cosas deben usarse si nos ayudan a alcanzar a Dios, pero deben dejarse de lado si nos estorban para dicho fin. Y la verdad es que debemos reconocer que muchas de las cosas que nos ofrece el mundo de hoy son un estorbo para alcanzar a Dios, porque sirven para la distracción y la diversión y nos hacen olvidar del Cielo que debemos conquistar con nuestro esfuerzo cotidiano.
Tengamos cuidado porque cualquiera puede caer en estas trampas del consumismo, y arrastrados por esta vorágine, perder el alma en ello.
Es terrible ver como la gente se mueve por el consumo y se olvida de todo lo demas.
ResponderEliminarLo tienen todo menos lo mas importante. No todos, pero una gran cantidad de gente alarmante.
Un abrazo.