Es increíble la cantidad de cosas que nos impiden ser ágiles, ligeros.
No nos damos cuenta, pero
si de un día al otro, somos desposeídos,
nos encontraremos espontáneamente vecinos con mucha gente
que nos parecía que habitaban en el fin del mundo. (…)
El que quiere encontrar fácilmente esos hermanos diversos
que pueblan el mundo,
necesita una real indiferencia por todo lo que no es
esa fe desnuda, esencial,
que le hace perder la memoria y los gustos
y su propia originalidad.
Esta fe que nos hace banales
de la gran banalidad que todos los santos han aceptado
y los ha conducido hasta el extremo de la tierra.
Porque el precio de la pobreza es un precio exorbitante.
Se compra con el sacrificio de lo que no es
el Reino de los cielos.
Entonces, los que encontraremos en el camino
tenderán las manos ávidas de un tesoro que surgirá de nosotros,
un tesoro liberado de nuestros recipientes de tierra,
de nuestros variados canastos, bolsos, valijas,
de un tesoro simplemente divino, que será a la moda para todos,
Ya que cesará de ser cubierto de nuestra moda.
Entonces seremos ágiles y devenidos parábolas,
parábola de la perla única,
minúscula, redonda, preciosa,
por la que hemos vendido todo.
Venerable Madeleine Delbrêl (1904-1964)
laica, misionera en la ciudad.
La alegría de créer (La joie de croire, Seuil, 1968), trad. sc©evangelizo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma