Glorioso San Miguel, Príncipe de los ejércitos celestiales, que estás siempre dispuesto a prestar ayuda al pueblo de Dios; que luchaste con el dragón, la serpiente antigua, y lo arrojaste del cielo, ven en mi auxilio en esta dificultad que tengo.
Tú, querido defensor y líder de los ejércitos del cielo, que ahora defiendes valientemente a la Iglesia de Dios, para que las puertas del infierno nunca prevalezcan contra ella, te suplico encarecidamente que me ayudes a mí, en los momentos de peligros y de conflictos que estoy atravesando, y ayúdame a sostenerme de la mano de Dios, contra el maligno enemigo que ha venido a lanzarme sus dardos encendidos.
Acompáñame, oh poderoso Príncipe de la Milicia Celestial, para que pueda luchar con valentía y vencer por completo a ese espíritu orgulloso, a quien tú, por el poder divino, has derrotado tan gloriosamente, y a quien nuestro poderoso Rey, Jesucristo, ha vencido tan completamente en nuestra naturaleza.
San Miguel Arcángel, que con tu ayuda, pueda yo triunfar sobre el enemigo de mi salvación, para que luego, contigo y con los santos ángeles, pueda alabar la clemencia de Dios que, habiendo negado la misericordia a los ángeles rebeldes después de su caída, ha concedido el arrepentimiento y el perdón al hombre caído.
Amén.
Pildorasdefe
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