Nosotros somos como la higuera de la parábola a la cual el Señor
viene a buscar frutos, y debemos reflexionar que si Él no los encuentra, es
tiempo de que comencemos a producirlos, ya que no sabemos cuánto tiempo de vida
nos queda para poder producir esos frutos. Esta vida que tenemos debemos
aprovecharla para ganar el Cielo; es como una sala de espera, para entrar luego
a la Vida eterna; y es por eso que no tenemos que malgastarla en pasatiempos
inútiles y menos aún en obras malas, sino que tenemos que esforzarnos en dar
frutos dulces de caridad y misericordia, ya que el Viñador nos abona con los
Sacramentos y nos cuida con su Providencia.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de que a partir de hoy
aprovechemos cada momento de nuestra vida para atesorar para el Cielo, y que no
nos importe si hasta ahora no hemos hecho nada o muy poco, pero sí comencemos a
dar frutos ahora. ¿Quién sabe cuánto tiempo nos esperará el Señor?
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
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