Señor, me presento ante Ti arrepentido de toda palabra malsana que
ha salido de mis labios y de todo mal pensamiento que ha cosechado mi alma.
Mis malas acciones han sido impresas sobre tu cruz, una cruz en
donde se encuentra mi salvación y a la que continuamente le fallo. Perdón
Señor.
En aquellos tiempos, pueblos enteros volvieron su corazón hacia Ti
por la predicación de tus profetas. Hoy deseo escucharte a través de los tuyos.
Abre mi corazón y mi entendimiento para responder con firmeza a tu
llamado, para tomar conciencia de mi condición de amigo y de hermano.
Dios de amor, dirige mis acciones según tu voluntad, concédeme la
gracia de la verdadera conversión y de la perseverancia final. Que nunca de tu
amor.
Te alabo porque eres un Dios grande y poderoso, un Dios que deja su
gracia sobre mi espíritu debilitado para hacerlo fuerte frente a la astucia del
mal.
Ayúdame a crecer cada día en la fe, en la esperanza, en la caridad
y a mostrar estas virtudes con las obras de misericordia a mis semejantes.
Permite que sea un cristiano auténtico, que ofrezca un testimonio
verdadero de tu amor y ser tu colaborador en la construcción de un mundo mejor.
Amén
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