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miércoles, 4 de enero de 2012

¿Cuál es la distancia que nos separa del cielo?

Muchas y muchas veces, especialmente cuando somos todavía niños, tenemos el deseo de volar, de poder pasear por las encantadoras nubes, nadar en aquel fascinante panorama. Hay incluso quienes, ignorantes de las alturas del cielo, suben al tejado de sus casas para intentar alcanzar las nubes; casi siempre sin ningún resultado...
¿Pero, estarán ellas tan distantes realmente?
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Aquello que llamamos "cielo" no es sino el azul que podemos admirar en los días serenos, derivado del hecho de que las partículas de aire reflejan a nuestros ojos solamente los componentes de este color de la luz solar. Así, cuando miramos hacia lo alto, lo que realmente vemos es el aire. Y la altura de este "cielo" no es muy considerable, pues tendrá -dependiendo del lugar donde se esté- ochenta a noventa kilómetros, lo que comparado con el tamaño del universo no es nada.
8635_M_6bf3d7a8.jpgEntretanto, por "cielo" se puede entender no solo la bóveda celeste y azulada del día, sino también el gran espacio que tenemos alrededor de nosotros, y que podemos contemplar en cualquier noche serena. La vista alcanza mucho más lejos, pues distinguimos las estrellas directamente a través de la atmósfera, mientras que durante el día, el sol ilumina todo el aire que nos rodea, de modo que, aunque parezca que observamos muy lejos, no podemos realmente ver más que el aire iluminado, excepto cuando hay alguna cosa muy brillante más allá de él, como el propio sol y, también, algunas veces, la luna. Pero si estudiamos cuán lejos están las estrellas de nosotros, entonces realmente sabremos la distancia que va de la Tierra al cielo. Son fantásticas extensiones, medidas en años luz...
Sin embargo, el Cielo, morada eterna de los justos, puede estar muy próximo. Allá se llega por la Santidad y la visión que nos es permitida es la beatífica, la del propio Dios, que nos permite conocerlo todo, pero no totalmente, tanto más cuanto mayor fue nuestro amor por Él en esta tierra... Entonces, viajaremos por estas extensiones extraordinarias con la simple velocidad del pensamiento, a semejanza de los Ángeles. Cohetes así, los hombres aún no han inventado...
¿Para qué contentarnos con el cielo, cuando podemos llegar al Cielo? Seamos exigentes, exijamos lo imposible...
"Porque a los hombres es imposible, pero a Dios todo es posible" (Mt 19, 26).

Por Douglas Rodrigues
gaudiumpress.org

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