Hoy la Palabra nos habla de la salvación. Una pregunta recorre el Evangelio: “¿Son pocos los que se salvan?” (Lc 13,23). Jesús no da estadísticas, da un camino.
1 El profeta Isaías nos muestra a Dios que reúne a todos los pueblos: “De todas las naciones traerán a todos vuestros hermanos” (Is 66,20). El cielo no es un club exclusivo, sino una familia abierta.
2 El salmo responde: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio” (Sal 116). La misión no es opcional: la salvación es para todos, y la Iglesia debe anunciarla sin cansancio.
3 La carta a los Hebreos nos recuerda que Dios nos corrige como Padre: “El Señor reprende a los que ama” (Hb 12,6). La corrección duele, pero purifica y nos prepara para el fruto verdadero.
4 En el Evangelio Jesús dice: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha” (Lc 13,24). La salvación no se hereda por costumbre ni se gana por simpatía: requiere lucha, fidelidad y conversión.
5 Comer con Cristo, escuchar su palabra, no basta. Lo esencial es vivir conforme al Evangelio. El riesgo es quedarnos fuera pensando que ya cumplíamos con lo mínimo.
6 El Reino será sorpresa: “Vendrán de oriente y occidente” (Lc 13,29). Dios reúne a todos los que buscan de corazón, incluso a los que nosotros no contaríamos.
7 La advertencia final: “Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos” (Lc 13,30). El cielo no funciona con nuestros criterios. La salvación es don, no derecho.
8 Este domingo el Señor nos invita a revisar la vida: ¿estamos entrando por la puerta estrecha del amor, de la cruz, de la fidelidad? No tengamos miedo: Él nos abre el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma