𝐃𝐮𝐥𝐜í𝐬𝐢𝐦𝐚 𝐍𝐢ñ𝐚 𝐌𝐚𝐫í𝐚,
escogida por Dios desde la eternidad
para ser la Reina de los cielos,
el consuelo de la tierra, la alegría de
los ángeles, el templo y sagrario de la
adorable Trinidad, la Madre de un
Dios humanado.
Me tienes a tus plantas, oh infantil
Princesa, contemplando los encantos
de tu santa infancia.
En tu rostro bellísimo se refleja la sonrisa
de la Divina Bondad, tus dulces labios
se entreabren para decirme:
Confianza, paz y amor.
Yo me consagro a tu servicio con todo
mi corazón. Te entrego mi persona, mis
intereses temporales y eternos.
Bendiceme Niña Inmaculada, bendice
también y protege a todos los seres
queridos de mi familia.
Se tú, Infantil Soberana, la alegría, la
dulce Reina de mi hogar, a fin de que por
tu intercesión reine en mi corazón y
en todos los que amo, el dulcísimo
Corazón de Jesús.
𝐀𝐌é𝐍.
Fuente: Louisa.gcia
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