Adoptar una actitud positiva y optimista delante de las circunstancias de la vida. Creer que un mañana mejor es posible y que nuestros sueños y deseos pueden hacerse realidad.
La esperanza es una virtud ligada directamente a Dios, por lo que la verdadera esperanza consiste en poner todo en sus manos. Con esta decisión, la esperanza se convierte en una gran fuerza, que nos ayuda a superar los obstáculos, enfrentar los desafíos y perseguir nuestros objetivos.
Vivir con esperanza es elegir creer en la mejor solución incluso cuando las cosas parecen difíciles, es creer que hay una luz al final del túnel.
Cuando vivimos el amor, también vivimos la esperanza. Y el amor es la luz.
Donde hay amor hay esperanza. Y donde hay amor y esperanza hay fe.
Fe, esperanza y amor: la tríada virtuosa que nos une a Dios.
Abrazos,
_Apolonio Carvalho Nascimento_
apoloniocnn@gmail.com
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