Dime, querido hermano: vivir en medio de los Libros sagrados, meditarlos sin cesar, nada buscar ni querer conocer fuera de ellos ¿no es habitar ya el Reino de los Cielos?
El lenguaje de la Escritura Santa te puede sorprender por su simplicidad o su casi rudeza, ya sea a causa de errores de los traductores o por el diseño original del escrito. Ella se presenta de tal forma que el primer auditorio puede instruirse y, en una única frase, el sabio y el ignorante descubren sentidos inesperados.
No soy un petulante que presume conocer todo lo que encuentra. Sería querer recoger sobre la tierra los frutos de árboles que tienen las raíces fijadas en el cielo. Pero confieso que lo deseo y trato de esforzarme para ello. Estudiemos aquí sobre la tierra, aquello cuyo conocimiento permanecerá adquirido para el cielo.
San Jerónimo (347-420)
sacerdote, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia
Carta 53, a Paulino, obispo de Nola (in Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d'Orval, 1972), trad. sc©evangelizo.org
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