“El Señor está cerca, que nada os preocupe” (Flp 4,5-6). Dios Padre habla así por boca del profeta Isaías: “Yo os acerco mi justicia” –es decir, su Hijo- “no está lejos y mi salvación no se hará esperar. Daré a Sión la salvación, y mi gloria a Israel” (46,13). Es lo que dice el evangelio de este día: “en medio de vosotros está aquel que no conocéis”. Mediador entre Dios y los hombres, un hombre (1Tm 2,5), Cristo Jesús, se levanta en el campo del mundo para combatir al diablo; vencedor, libera al hombre y le reconcilia con Dios Padre. Pero vosotros no lo conocéis.
“He alimentado y educado a unos hijos, pero me han despreciado. El buey conoce a su amo, el asno conoce el pesebre de su amo, pero Israel no me ha conocido, y mi pueblo no me ha comprendido” (Is 1,2-3) ¡Es que el Señor está cerca de nosotros! ¡Y no le conocemos! Con mi sangre he alimentado a mis hijos, nos dice, igual que una madre alimenta a sus hijos con su propia leche. He levantado a la naturaleza humana que yo mismo he tomado y a la que me he unido, por encima de los coros de los ángeles. ¿Podía haceros un honor más grande? Y me han despreciado. Mirad si hay dolor semejante al mío (Lm 1,12)... Entonces pues, “no os preocupéis por nada”, porque es la preocupación por las cosas materiales la que nos hace olvidar al Señor.
San Antonio de Padua (1195-1231)
franciscano, doctor de la Iglesia
Sermones para el domingo y fiestas de los santos, 3er domingo de Adviento.evangelizo.org
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