El Señor vendrá de los cielos sobre las nubes, tal como él mismo subió sobre las nubes (Hch 1,9).Es, en efecto lo que él ha dicho: “Y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Mt 24,30). Pero ¿cuál será el verdadero signo de su venida, pues existe el temor de que los poderes enemigos, queriéndole parecérsele, se atrevan a extraviarnos? “Entonces, dice, aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre” (Mt 24,30). Ahora bien, el signo verdadero y propio de Cristo es la cruz. El signo de una cruz luminosa precede al rey, designando a aquel que primero ha sido crucificado, para que, a la vista de ella los que lo clavaron en ella y rodearon de obstáculos se golpeen el pecho (Za 12,10) diciendo: “Mirad al que fue abofeteado, aquel cuyo rostro recibió salivazos, aquel que fue envuelto en cadenas, aquel que antaño había sido humillado sobre la cruz.” “¿Adónde huir de la cólera de tu rostro?” dirán (Ap 6,16). Y rodeados de los ejércitos de los ángeles, no encontrarán refugio en ninguna parte.
Para los enemigos de la cruz, el signo será el temor; pero será gozo para los amigos que habrán creído en ella, o la habrán predicado, o habrán sufrido por ella. No desdeñará a sus servidores este rey glorioso rodeado de la guardia de los ángeles y que se sienta en el mismo trono que el Padre. Porque para que los elegidos no sean confundidos con los enemigos: “Enviará a sus ángeles con la gran trompeta, y de los cuatro vientos reunirá a sus elegidos” (Mt 24,31) Si no olvidó a Lot en su aislamiento (Gn 19,15; Lc 17,28), ¿cómo podrá olvidar a la gran multitud de justos? “Venid, benditos de mi Padre” (Mt 25,34) dirá a los que serán transportados sobre los carros de las nubes y que los ángeles habrán reunido.
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal 15 evangelizo.org
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