Memento mori, que en español significa “recuerda que morirás”, es una tradición católica, adoptada por muchas órdenes religiosas, con el fin de tener presente, diariamente, que la vida es sumamente pasajera, que la muerte es inevitable, y que lo primordial es hacer todo lo posible por ganarse la eternidad en el cielo. Esta práctica no es para exaltar a la muerte, ni para rendirle ningún culto morboso. Simplemente se trata de mantener un perenne recordatorio de esa realidad inevitable, que en este mundo llamamos muerte.
Recuerda que morirás. Todos hemos de morir un día. Nadie en este mundo está exento de esa regla. No habrá otro Enoch, ni otro Elías. Si ya sabemos que la muerte nos espera, ¿por qué es necesario recordarlo? Porque, al parecer, es naturaleza humana olvidar esa condición nuestra, la de simples mortales. Muchos se conducen como si la muerte nunca les va a alcanzar. No se preocupan por nadie, no ayudan a nadie, ignoran a los más necesitados, abusan de su poder, maltratan y explotan a otros, pecan a más no poder, sin arrepentimiento alguno. Hay hasta creyentes que se comportan así. Y un día, sin más ni más, mueren. Y van al juicio, donde serán pesados y medidos severamente, porque mucho recibieron, y por eso mucho se esperaba de ellos.
Debemos pensar en la muerte, no con espanto o miedo, sino con serenidad, con fe, sabiendo que, si somos buenos católicos, morir es una ganancia porque iremos a donde está Cristo.
Los que han tratado de robarse nuestros símbolos y tradiciones, hoy los usan para promover un morboso gusto por el terror. Por eso algunos creen que las calaveras, o los ataúdes con cruces son cosas relacionadas con ocultismo. En la fe cristiana las calaveras representan la inevitable muerte que, aunque inevitable, ya no tiene la última palabra. Por eso muchos santos son representados junto a una calavera, significando el reconocerse no más que polvo si no se está con Cristo. Los ataúdes con una cruz son signo de esperanza, de resurrección en Cristo. De ahí que los cristianos también colocamos cruces o crucifijos sobre las tumbas de nuestros seres queridos. La cruz representa la buena muerte, confiando en la promesa de vida eterna que Cristo nos da.
Como parte de memento mori, hoy vemos los rosarios con calaveras. Estos rosarios no son cosa reciente, sino que originan de tempranos tiempos medievales, cuando los monjes los confeccionaban tallando calaveras en ellos, pensando en una buena muerte. Puede tratarse de rosarios con varias cuentas donde se han tallado calaveras, o bien con una única cuenta que tenga esa forma. Es de esperarse que haya quienes, al verlos por primera vez, piensen que son rosarios "satánicos", debido a que desconocen su fe católica, y por eso no saben que el uso de calaveras ha sido cosa muy común en la Iglesia, a lo largo de su historia.
Memento mori tiene como fin prepararnos para la buena muerte. El patrono de la buena muerte es San José, y por eso los cristianos rogamos por su intercesión, para tener una buena muerte, es decir una muerte en estado de gracia. No confundamos la buena muerte con el adefesio al que llaman "santa muerte". Eso es cosa del neopaganismo, no del cristianismo. Pobres de los que caigan en ese engaño. Hay que rogar por esas almas.
No somos de la muerte. Somos de Cristo. Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris. “Recuerda, hombre, que polvo eres, y al polvo tornarás”. ¿Por qué, si somos no más que polvo, Cristo derramó su sangre por nosotros? Porque nuestras almas, hechas a imagen y semejanza espiritual de Dios, fueron hechas para la eternidad. Nada de lo creado por Dios fue hecho para caducar. La muerte corporal es tan sólo un breve receso, que dará paso a la resurrección de la carne para que, en cuerpo y alma, entremos a la eternidad, con Cristo.
Memento mori. Recuerda que morirás. Prepárate para ese breve receso agradando a Dios mientras vivas, siendo santo, cumpliendo Sus mandamientos, apegándote a los sacramentos de la confesión y la comunión. No temas a la muerte porque, en Cristo, es un instrumento de salvación.
Ave María Purísima
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