Si el alma se viera tentada o el corazón amenazado, bastaría invocar el nombre de María para que huyeran esos peligros y Dios ocupara su estrado.
María es refugio de quienes, habiendo extraviado el camino, han sido vencidos por la inquietud que supone dejar de ver en el horizonte a Dios y se alza como remanso en el que las turbulentas aguas del corazón y del alma encuentran la paz.
Ella misma guardó en su corazón los designios de Dios, los vistió de Fe y se abandonó en su Creador sabiendo que en otras manos no podía estar mejor.
María, madre, acoge nuestras vidas y haz que formen parte de esas dulces y serenas aguas, de ese mar divino en el que tú vives, y llénanos de paz, esa paz que solo se vive cuando nos abandonamos en Dios y en tus manos.
Santa María, Nuestra Señora de la Paz, ruega por nosotros.
Abel De Miguel Sáenz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma